Diario El mundo
Autor Eugenio Mallol 25/03/07
En la parte trasera de un autobús de valencia, una promotora inmobiliaria anuncia que sus viviendas se venden con muebles incluidos, pero “hasta el 31 de marzo”. Un destacado empresario de la ciudad dice que ha pedido “a Dios” que se coloquen las promociones en marcha “y le he prometido que, si es así, no haré más!”. La patronal reconoce abiertamente que si se ajustara la oferta a la demanda real habría que construir un 30% menos de viviendas. Empieza a ser frecuente que ayuntamientos de la comunidad Valenciana acudan a los empresarios para instarles actuar en sus términos, cosa impensable hasta hace poco, “porque se le ha ido el roig de turno”. Los alcaldes y los promotores coinciden en que lo que toca ahora, después de muchos años de ostracismo, es la VPO, producto por el que todo el sector apuesta ahora abiertamente. “Es la salvación” afirma un promotor.
Son los síntomas de un cambio de ciclo de la vivienda que los empresarios reconocen abiertamente, aunque, de momento, según el secretario general de MCA UGT-PV, Conrado Hernández, no se traduce en pérdidas significativas de empleo.
La caída de la demanda se ha a grabado tanto en el primer trimestre de este año que algún destacado empresario ve posible un crack similar al que se vive en el mercado de estados unidos. “Ni aterrizaje suave ni nada que se le parezca, esto es un parón en toda regla”, afirma.
El problema es que los costes se han disparado tanto que ya no resulta viable, en un porcentaje altísimo de los casos, sacar a la venta viviendas al precio al que aun hay demanda. Los posibles compradores particulares se lo piensan mucho más con los nuevos tipos de interés, y los inversores ya no están, buscan desde hace meses alternativas de las viviendas en bolsa o capital de riesgo.
Se aproxima, según todos lo indicios, la selección natural que los expertos llevan anunciando desde que se empezó a hablar de un pinchazo a la burbuja inmobiliaria.
Y la criba va a ser doble: en primer lugar, distinguirá a las empresas que han ido surgiendo al socaire del boom, en muchos casos individuales y sin experiencia previa, con elevado componente especulativo.
Esta selección afectara no solo a las promotoras, si no también a constructoras, gestoras de suelo y agencias inmobiliarias. De hecho ya se habla de que el 30% de loas agencias corren riesgo de desaparecer en los próximos años arrastrada por la caída de la demanda.
Como ocurre cuando se hunde un buque en el mar, aunque por motivos no directamente relacionados con la calidad de la gestión, se generara también un efecto succión que podría afectar a los sectores industriales que rodean a la promoción inmobiliaria. Esta semana el presidente de Femeval, Vicente La Fuente, reconoció que las empresas del metal ligadas a la viviendaza están acusando el cambio de ciclo. Bancos y cajas admiten que las cifras de años pasados son irrepetibles, como afirmo de forma expresiva el director general del Banco Valencia, Domingo Parra.
Pero el sector se augura una segunda selección natural: salvo casos puntuales, que el futuro es para las empresas que sean capaces de ser rentables con un alto porcentaje de ingresos procedentes de la VPO; con precios moderados y asequibles en la cartera de viviendas libre (atractivo para los jóvenes y turistas residencial europeo); y con una estrategia de diversificación territorial y sectorial, que exija sinergias con otros sectores especialmente los relacionados con el ocio, la dependencia, la construcción (de obra publica o de inmuebles por encargo: hay mucha demanda de logística) o centros comerciales.
En suma, el cambio de ciclo va a exigir un nuevo modelo de empresas: Las industrias inmobiliarias, que ofrezcan aquello que el nuevo cliente pide. Y no todos en el sector están dispuesto(o en condiciones) a hacer el cambio solos. Ese es precisamente uno de los, motivos que justifican que algunos de los principales empresarios inmobiliarios de la comunidad Valenciana empiecen a contemplar la posibilidad de vender o fusionar sus empresas.
El perfil clave vendedor es el empresario cuya actividad principal se ha centrado en mercados que ahora mismo estad demasiado maduros, con pocas opciones de rentabilidad, y que no tienen claro el proceso de sucesión. El perfil de comprador es el de la empresa que se han ubicado en zonas, secundarias hasta ahora, pero que permiten buenos márgenes y tienen un potencial de crecimiento.
Entre los primeros, el caso más emblemático podría ser el del grupo empresarial de Andrés Ballester, que podría entrar en proceso de fusión, sin perdida de identidad corporativa, según ha podido saber este diario. Entre los compradores se colocan empresas emergentes, como el grupo Llanara, que reconoce que su posición es compradora, o el propio Astros de Enrique Bañuelos, que hecho de la rotación de activos, una estrategia Marca de la casa.
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